No habiamos tenido tiempo a hablar de los JJOO de Beijing, esa ciudad donde 55 días dan para mucho. Pero en el caso de los Juegos solo se quedan dos semanas. No vamos a hablaros de las "proezas" del equipo español y de la inauguración del medallero con color asturiano, gracias al oro de Samuel Sánchez. Podriamos dedicar la noticia a la profesora de inglés de Michael Phelps, esa que le dijo que nunca llegaría a nada (la pobre no conocía la LOE, esa ley que destaca las habilidades y destrezas). Lo que queremos destacar es la alucinante gala de inauguración, esa flipante hora inicial en la que las personas tuvieron mucho que decir. Con una aparente entrega a la tecnología más avanzada, China demostró una vez más que las apariencias engañan. Desde el comienzo de la cuenta atrás, con un contador digital hasta llegar al encendido del pebetero todo estuvo en manos de personas. Impresiona recordar como 2.000 personas eran capaces de repetir en la pista milimétricos movimientos asociados a autómatas programables. 15.000 participantes demostraron que las infraestructuras están al servicios de las personas y que los proyectos solo salen adelante con dosis de creatividad, trabajo en equipo, organización y planificación y mucha perseverancia. No se olvidaron tampoco de la importancia de la comunicación y el marketing para posicionar el producto. Por eso nos colaron el playback de una fotogénica niña que movía los labios, porque la verdadera cantante era feucha.
El espectáculo fue pensado y dirigido por el director de cine Zhang Yimou, por lo que cada segundo pareció uno de sus pensados filmes, sin descuidar un instante ni un movimiento de los artistas que participaron. Las coreografías fueron asombrosas, la pirotecnia igual, y el remate final, con el ex gimnasta, Li Ning corriendo por la pantalla para encender el pebetero fue sombroso. un 10. ¡Cómo se nota que nos gusta mucho el cine!.
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